🔥 Una noche que se volvió leyenda
Hablar del pogo más grande del mundo no es exagerar. El 16 de abril de 1998, en el estadio de Racing, pasó algo que todavía hoy se sigue contando con ojos brillosos. Más de 70 mil personas saltando al mismo tiempo, al ritmo de “Jijiji”. Pero no fue solo un salto. Fue una descarga colectiva, un ritual, una locura hermosa que quedó grabada en la memoria popular.
Ese recital de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se convirtió en algo más que un concierto. Fue un punto de inflexión. Como si durante un par de horas, todo lo que pasaba afuera dejara de importar.
🧨 ¿Qué es el pogo y por qué importa tanto?
El pogo, para el que no lo vivió, puede parecer simplemente gente saltando y empujándose. Pero acá, en Argentina, tiene otro significado. Es cuerpo, es alma, es sudor compartido. No hay forma de hacer un pogo tibio. Es algo que se siente, que te saca del eje y te mete en una especie de trance.
Y si hablamos de pogos, Los Redondos siempre fueron otra cosa. No solo por la música, sino por todo lo que se generaba alrededor. La previa, la mística, los viajes en tren, los amigos, la entrada que conseguías como podías. Había algo tribal, medio sagrado. Como si todos supiéramos que no era una banda más.
🧠 ¿Por qué en Racing y justo en el ‘98?
Para ese entonces, Los Redondos ya eran una banda enorme. Pero lo curioso es que no se los veía en la tele, no hacían notas, no tenían hits en la radio. Todo pasaba de boca en boca. Y sin embargo, llenaban estadios.
Racing fue una parada dentro de la gira de Último Bondi a Finisterre, un disco más oscuro, electrónico, raro para muchos. Pero el vínculo con el público seguía intacto. El Indio, Skay y compañía estaban en un momento fuerte. Y esa noche, por alguna razón, todo explotó. Literal.
🎶 “Jijiji” y el momento exacto
Cerca del final del show, ya con la gente encendida, empieza a sonar esa canción. “Jijiji” no es cualquier tema. Es el himno ricotero por excelencia. Suena ese teclado, se empieza a sentir la tensión en el aire, como si todos estuvieran esperando algo.
Y cuando entra la guitarra… pasa. Más de 70 mil personas saltan al mismo tiempo. Es un temblor. Un rugido. Desde arriba, se ve como una ola humana que va y viene, en total sincronía. Hay algo mágico en eso. Nadie dice “salten todos”. Sale solo. Y eso lo hace tan fuerte.
🌍 No fue solo música
Lo que pasó ahí no tiene que ver solo con la canción o la banda. Fue una experiencia colectiva. Algo que te atraviesa y que no podés explicar fácil. Por eso es tan difícil encontrar pogos así en otros lados. No es solo el número. Es el contexto.
Los Redondos siempre fueron una banda que se manejó a su manera. Sin sellos grandes, sin intermediarios. Y el público fue creciendo, creyendo en eso, sintiéndose parte. Lo de Racing fue la culminación de años de esa construcción silenciosa. Una especie de grito generacional.
📀 No hay video oficial (y eso lo hace más mágico)
Una de las cosas más locas es que ese recital no fue filmado profesionalmente. No hay multicámara HD, ni sonido de consola. Lo que hay es material casero. Grabaciones temblorosas, saturadas, con la voz del flaco que está filmando diciendo “mirá lo que es esto, boludo”.
Y quizás por eso es tan mítico. Porque no hay forma de reproducirlo del todo. Solo podés ver fragmentos. El resto, te lo tienen que contar. O mejor: sentirlo en el cuerpo cuando vuelve a sonar “Jijiji” y te acordás de que eso existió de verdad.
🧩 ¿Fue el más grande del mundo?
Técnicamente, nadie lo midió con precisión. Pero tampoco importa. Lo que se sintió esa noche fue único. Y eso es lo que vale. La cantidad de gente, la canción, el lugar, la época. Todo se alineó. Y no volvió a pasar de la misma forma.
Algunos lo comparan con recitales de bandas internacionales, pero no es lo mismo. Acá había otra carga emocional. No era solo música: era pertenencia, identidad, resistencia. En un país que estaba cambiando, que venía golpeado, esa noche fue un acto de libertad.
🎥 El pogo en la cultura popular
Hoy ese pogo aparece en documentales, en libros, en tatuajes. Es parte de nuestra historia musical. No porque haya sido perfecto, sino porque fue real.
Y sigue vivo. Cada vez que alguien pone “Jijiji” en un parlante, algo se activa. Aunque estemos en un patio, en una plaza o en la cocina. El cuerpo se prepara. Y aunque no haya 70 mil personas, el espíritu del pogo más grande del mundo vuelve, aunque sea un poquito.
📈 ¿Por qué todavía hablamos de esto?
Porque en un mundo donde todo se mide por vistas, likes y reproducciones, ese momento fue otra cosa. Fue piel, fue grito, fue salto compartido. Y eso no se mide. Se siente.
Además, marcó un estilo. Hoy muchas bandas buscan generar ese tipo de conexión con su gente, pero pocas lo logran. Los Redondos lo hicieron sin pedirlo. Y eso es lo más loco.
💬 ¿Te pasó algo parecido?
¿Vos estuviste ahí o te enteraste después? ¿Te emociona todavía escuchar “Jijiji”? ¿Viviste algún otro pogo que te haya marcado así?
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